lunes, 28 de noviembre de 2016

CUENTOS DE TERROR

Por: Alison Ríos

Esta es una historia escrita por un(a) alumn@ del "Colegio Peruano Alemán Beata Imelda", quien preferiría quedar en el anonimato. Este es un contenido totalmente original inspirado en el modo de redacción de la época de romanticismo.

Lo llamé Sombra

Mañanas prolongadas, tardes extensas y noches interminables preguntándome el por qué de este insoportable tormento. No tengo la menor idea de la causa de mi desgracia, pero estoy muy seguro de que no soy el único que la posee. Pasé toda mi vida preguntándome qué era lo que me asechaba y aún no puedo responder ninguna de mis dudas.
Pero cada día que pasa me siento más perseguido y vigilado. El espectro que se aloja detrás de mí no tiene descripción, pues cambia su forma, tamaño e incluso ubicación depende de las circunstancias por las que esté pasando. Lo único que no cambia en él es su intrigante color negro, más oscuro que la noche misma. Este espectro me ha seguido toda mi vida desde que tengo memoria y estoy seguro que lo hará hasta que pierda la conciencia.
A medida del paso de los años se me ocurrió ponerle un nombre, que a mi parecer concordaba perfectamente con su descripción; un nombre oscuro lleno de secretos sin revelar y un deseo de temor que es con lo que se alimentaba: Lo llamé sombra.
Cada vez que lo veo me da escalofríos, pues no sé por qué siento que me mira y me da su desaprobación por todo el desastre en el que he convertido mi vida. A pesar de todo el miedo que siento por él, también soy consciente de él me ha acompañado en las buenas y en las malas, donde nadie tenía fe en mí. No sé cómo considerarlo, una amenaza, un amigo, una esperanza, una salvación. Sólo sé que nunca sabré nada de él, pues no habla, no respira, incluso creo que ni siquiera siente. El tiempo dirá que pasará con él. Pero lo que yo anhelo más en mi vida es que se vaya, pues la curiosidad y la sensación de que alguien se encuentra tan cerca de mí, vigilándome y ocultando su presencia, me intriga y no me deja dormir.
Creo que es una especie de ángel de la guarda pues cuando paso por la calle veo que todos tienen uno. No sé si nadie se ha dado cuenta o no le han mostrado la atención suficiente, pero creo que si lo hicieran habría una ola de suicidios interminable, pues el hecho de tener a alguien detrás de ti sin dirigirte la palabra y con una apariencia tan aterradora, simplemente deja sin palabra. Todos algún día deberían parar y dejar todas sus tareas y deberes aunque sea por un par de segundos, darse la vuelta y ver lo que les persigue y hacerse las mismas preguntas que yo. Que las personas se den cuenta del peligro que corren es mi meta final, es por eso que narro mi historia en estas páginas. Sé que algún día todos despertarán de la burbuja de ignorancia que los atrapa y se darán cuenta de que lo que yo decía era verdad. Así tal vez dejarán de llamarme loco.
He estado pensando y concluí que la única forma de librarme de la sombra era yo muriendo con ella: Debía acuchillarme fuerte en el corazón. Ella era parte de mí, así que si no podía deshacerme de ella, debía llevármela conmigo a la tumba. Yo sé el sacrificio que esto significa, pero en la vida ya no me queda nada, ni siquiera el honor, ya que como ya había mencionado antes me llamaban loco. Lo único que quiero hacer es darle conocer a la gente que yo estoy dispuesto a morir por mis ideales, tal vez así reflexionen y logren hallar una cura para la sombra. Si eso pasa seré inmortalizado, convertido en un héroe y mártir. Siento que esto valdrá la pena.
Estoy en la plaza central a punto de dar un discurso sobre la eterna vigilancia de la sombra, como hago a diario, pero esta vez nadie se espera de que será el último. Ahora sólo puedo pensar en la gran hazaña que estoy a punto de cometer. Todos mis recuerdos pasan por mi mente y ya estoy extrañando la vida, pero sé que mi muerte significará mi liberación y la entrada a la realidad de las personas que nunca quisieron creerme.
En la cárcel, me encuentro ahí. Sin escapatoria ni liberación. Tratando de ayudar a todos me condené a años de sufrimiento. Justo cuando estaba a punto de inmortalizarme, miles de policías saltaron sobre mí, impidiéndome así salvar a la gente inocente.
Mi última oportunidad se fue y ahora todos están condenados eternamente. Tal vez eso es a lo que están destinadas las personas, a ser esclavizados.
Espero que algún día algún joven encuentre estas páginas y siga mi legado, pues aquí yo me rindo.

Lo peor es que por primera vez he sentido que la sombra ha mostrado un rastro de vida propia. Se ha burlado de mí a carcajadas y yo no lo pude evitar.

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