Por: Alison Ríos
Esta es una historia escrita por un(a) alumn@ del "Colegio Peruano Alemán Beata Imelda", quien preferiría quedar en el anonimato. Este es un contenido totalmente original inspirado en el modo de redacción de la época de romanticismo.
Lo
llamé Sombra
Mañanas prolongadas, tardes
extensas y noches interminables preguntándome el por qué de este insoportable
tormento. No tengo la menor idea de la causa de mi desgracia, pero estoy muy
seguro de que no soy el único que la posee. Pasé toda mi vida preguntándome qué era lo que me asechaba y aún no puedo responder ninguna de mis dudas.
Pero cada día que pasa me siento
más perseguido y vigilado. El espectro que se aloja detrás de mí no tiene
descripción, pues cambia su forma, tamaño e incluso ubicación depende de las
circunstancias por las que esté pasando. Lo único que no cambia en él es su
intrigante color negro, más oscuro que la noche misma. Este espectro me ha
seguido toda mi vida desde que tengo memoria y estoy seguro que lo hará hasta
que pierda la conciencia.
A medida del paso de los años se
me ocurrió ponerle un nombre, que a mi parecer concordaba perfectamente con su
descripción; un nombre oscuro lleno de secretos sin revelar y un deseo de temor
que es con lo que se alimentaba: Lo llamé sombra.
Cada vez que lo veo me da escalofríos,
pues no sé por qué siento que me mira y me da su desaprobación por todo el
desastre en el que he convertido mi vida. A pesar de todo el miedo que siento
por él, también soy consciente de él me ha acompañado en las buenas y en las
malas, donde nadie tenía fe en mí. No sé cómo considerarlo, una amenaza, un
amigo, una esperanza, una salvación. Sólo sé que nunca sabré nada de él, pues
no habla, no respira, incluso creo que ni siquiera siente. El tiempo dirá que
pasará con él. Pero lo que yo anhelo más en mi vida es que se vaya, pues la
curiosidad y la sensación de que alguien se encuentra tan cerca de mí, vigilándome
y ocultando su presencia, me intriga y no me deja dormir.
Creo que es una especie de ángel
de la guarda pues cuando paso por la calle veo que todos tienen uno. No sé si
nadie se ha dado cuenta o no le han mostrado la atención suficiente, pero creo
que si lo hicieran habría una ola de suicidios interminable, pues el hecho de
tener a alguien detrás de ti sin dirigirte la palabra y con una apariencia tan
aterradora, simplemente deja sin palabra. Todos algún día deberían parar y dejar
todas sus tareas y deberes aunque sea por un par de segundos, darse la vuelta y
ver lo que les persigue y hacerse las mismas preguntas que yo. Que las personas
se den cuenta del peligro que corren es mi meta final, es por eso que narro mi
historia en estas páginas. Sé que algún día todos despertarán de la burbuja de
ignorancia que los atrapa y se darán cuenta de que lo que yo decía era verdad. Así
tal vez dejarán de llamarme loco.
He estado pensando y concluí que
la única forma de librarme de la sombra era yo muriendo con ella: Debía
acuchillarme fuerte en el corazón. Ella era parte de mí, así que si no podía deshacerme
de ella, debía llevármela conmigo a la tumba. Yo sé el sacrificio que esto
significa, pero en la vida ya no me queda nada, ni siquiera el honor, ya que
como ya había mencionado antes me llamaban loco. Lo único que quiero hacer es
darle conocer a la gente que yo estoy dispuesto a morir por mis ideales, tal
vez así reflexionen y logren hallar una cura para la sombra. Si eso pasa seré
inmortalizado, convertido en un héroe y mártir. Siento que esto valdrá la pena.
Estoy en la plaza central a punto
de dar un discurso sobre la eterna vigilancia de la sombra, como hago a diario,
pero esta vez nadie se espera de que será el último. Ahora sólo puedo pensar en
la gran hazaña que estoy a punto de cometer. Todos mis recuerdos pasan por mi
mente y ya estoy extrañando la vida, pero sé que mi muerte significará mi
liberación y la entrada a la realidad de las personas que nunca quisieron
creerme.
En la cárcel, me encuentro ahí.
Sin escapatoria ni liberación. Tratando de ayudar a todos me condené a años de
sufrimiento. Justo cuando estaba a punto de inmortalizarme, miles de policías
saltaron sobre mí, impidiéndome así salvar a la gente inocente.
Mi última oportunidad se fue y
ahora todos están condenados eternamente. Tal vez eso es a lo que están
destinadas las personas, a ser esclavizados.
Espero que algún día algún joven
encuentre estas páginas y siga mi legado, pues aquí yo me rindo.
Lo peor es que por primera vez he
sentido que la sombra ha mostrado un rastro de vida propia. Se ha burlado de
mí a carcajadas y yo no lo pude evitar.
Bien
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